sábado, 3 de septiembre de 2011

¡Cuernos! ¡Un incesto!

De tanto en tanto, en la oficina se arman debates de lo más interesantes. De alguna manera, han venido a reemplazar a las míticas "charlas de café" de épocas en que todavía había tiempo para juntarse alrededor de una mesa de café a resolver los problemas del mundo. Una suerte de "Polémica en el bar" ambientada en el escenario de una oficina. Mucho de esto es gracias al carisma y la locuacidad de uno de mis compañeros de trabajo que tiene la particularidad (que por momentos envidio o, mejor dicho, admiro) de tener las cosas muy claras. Con él todo es blanco o es negro, y siempre tiene lista una argumentación en favor de sus convicciones.

Por el otro lado, yo soy más de darle vuelta a las cosas, de tratar de verlas desde otro ángulo y sobre todo, y sin querer ponerme por encima  de nadie, con otra profundidad.

Es que mi amigo es eminentemente pragmático mientras que de mi parte yo tiendo más hacia el idealismo. 

Pero mi gran desventaja es que, aunque a veces tengo muy claras mis ideas y conceptos, no tengo facilidad para ponerlos en palabras con la celeridad que lo requiere el ritmo de la discusión y termino viéndome apabullado por la verborragia de mi compañero.

Acá es donde me tomo la revancha. Acá puedo escribir lo que pienso con la ventaja de que nadie interrumpa mi línea argumental y tomarme todo el tiempo del mundo para exponer mi punto de vista.

El tema en cuestión fue la polémica que se armó hace unos meses por un jugador (creo que de la NBA) del cual se supo que su mujer le metía los cuernos con su hermano.

Y acá viene el nudo del conflicto. La cosa era decidir cuál de los "infieles" había cometido la peor traición. Según mi amigo, es más grave la traición del hermano que la de la esposa. Fundamenta su opinión principalmente en la "sacralidad" (él no usa esa palabra, el término es mío para dar una idea del concepto) del vínculo de sangre. En otras palabras, traicionar la propia sangre es peor que hacer lo propio con el cónyuge (o pareja)

Más allá de que por mi parte opino todo lo contrario, para mí es mucho más sagrado el vínculo conyugal que el de sangre (al fin y al cabo uno NO elige a sus hermanos, padres, primos, etc... y sí lo hace consciente y voluntariamente con su esposa/o) mi posición es que ambos son igualmente desleales partiendo de cualquiera de las dos visiones. Paso a explicar por qué...


En el caso del cuñado/cuñada en cuestión, la traición hacia el hermano/a puede darse SI Y SOLO SI el otro involucrado es el cónyuge. En otras palabras, una persona puede tener relaciones con absolutamente cualquier persona sobre la Tierra pero existe UNA SOLA persona en todo el mundo con la cual traiciona a su hermano/a y ésa persona es el cónyuge.


De lo anterior queda claro que el cónyuge es participante NECESARIO en la tración del hermano y por lo tanto cómplice de la misma.


En resumen el cónyuge es responsable por haber traicionado el vínculo marital y fraternal.


Por otra parte, el hermano/a también es responsable en la traición marital por ser el copartícipe de la misma.


En definitiva ambos, el cónyuge y el hermano/a son ambos responsables de las dos faltas a la lealtad / fidelidad y por ende independientemente del "valor moral" que se le adjudique a cualquiera de las dos la suma de ambas siempre dará lo mismo.


Por lo menos... así lo veo YO

viernes, 29 de julio de 2011

¡Suban de una vez!

A pesar de no haber sido jamás lo que se diría un "chico de barrio" (hasta los 34 años viví en diversos edificios en torre porteños), me acuerdo que de chico todavía tenía la posibilidad de salir a jugar a la vereda sin temor a ser secuestrado, asaltado, atropellado, etc.

No era mucho lo que podíamos hacer en un barrio donde ya no había potreros ni baldíos, y creo que ni mis viejos vieron calles de tierra en Buenos Aires. A pesar de eso, como casi todos los chicos, tuve mi etapa de acercamiento a los entretenimientos sobre ruedas. En mi caso la patineta (que no se llamaba skate y me la trajeron los reyes).

En fin, una de las cosas simpáticas de esta infancia urbana era que cuando la diversión callejera se extendía más allá de los horarios aceptables, el clásico llamado a tomar la leche o a hacer la tarea llegaba a través del portero eléctrico y se traducía en un categórico "¡Suban de una vez!"

Años después, le dije a alguien que en realidad ese llamado era una redundancia, que lo mismo hubiera sido gritarnos "¡Suban de suban!" o bien "¡Una vez de una vez!"
No recuerdo bien a quién se lo decía pero sí recuerdo que me empezó a mirar con una expresión como si estuviera viendo al Papa con ruleros bajando del 111, mientras que al mismo tiempo manoteaba tratando de alcanzar la guía telefónica seguramente para conseguir el teléfono del Borda...

- ¿De qué estás hablando? ¿Qué tiene de igual "suban" y "de una vez"?

Lo miré con mi mejor sonrisa de satisfacción mientras le decía... - Te explico...

- "Subir" es sinónimo de "elevar", o sea que "suban" viene a ser lo mismo que "eleven". Pero "eleven" leído en inglés es el número once.
   Es decir, que "suban" es igual a "eleven" que a su vez es igual a "once". Por otro lado, "once" leído en inglés ¿qué significa?¿QUÉ SIGNIFICA?...
   Lógicamente, significa "una vez". 

   Entonces, "una vez" es "once" que es igual a "eleven" que es lo mismo que "suban".

... y así es como se llega a "suban" de "una vez"... Que es lo que queríamos demostrar....

miércoles, 27 de julio de 2011

Desafío autoritario y demagogo ¿¿...??

Tengo un desafío para vos. Pero ojo, antes de aceptar pensalo bien porque es prácticamente imposible ganarme. 

¿Qué digo "prácticamente"? Es ABSOLUTAMENTE imposible ganarme. Estás perdido, irremediablemente, antes de empezar...

¿Sabés qué? olvidate. No hay forma de que me ganes, sería un abuso de mi parte...

¿Todavía querés probar? Bueno, por mí está perfecto.... HACÉ LO QUE VOS QUIERAS...

...

¿Y? ¿Ya te diste por vencido? ¿No? ¡¡Es que ya te gané!! ¿Cómo? Ya te lo explico

Cuando alguien te desafía a "Hacer lo que vos quieras" no hay forma de cumplir. Es decir, hay dos alternativas. O efectivamente uno hace lo que quiere, o no lo hace.
Empecemos por el final. Si optamos por no hacer lo que queremos ya hemos incumplido la consigna y por lo tanto perdimos el desafío. 
Si en cambio, optamos por la primera alternativa, aunque uno haga lo que quiere, en realidad está haciendo lo que "el otro" quiere que hagamos que es, precisamente, que hagamos lo que queramos. Por lo tanto, otra vez hemos incumplido la consigna al haber hecho lo que otro quiere que hagamos.

No hay salida. Estás perdido. Sin escapatoria. Y vos que pensabas que tu vieja era la mejor del mundo cada vez que te decía que hicieras lo que quisieras...

Si no preguntale a Chicho... o no... ¡Hacé lo que vos quieras!... (si podés...)



lunes, 25 de julio de 2011

Hacé lo que vos quieras... si podés...

Me gustan los blogs. En general, claro. No me gustan TODOS los blogs.

Conozco gente que tiene blogs. Algunos, amigos; otros no tanto.

Leo blogs de noticias, de tecnología, de cómics, de temas específicos, de temas generales...

En algún momento me dieron ganas de escribir mi propio blog. ¿Sobre qué? No sé... Sobre lo que se me pase por la cabeza. Por mi cabeza suelen pasar cosas interesantes pero triviales, que sólo yo encuentro entretenidas, o profundas y tan complicadas que me vendría bien ponerlas en blanco y negro para desenmarañarlas yo mismo, otras tan efímeras que las olvido casi al instante para recordarlas, quizás, meses después y otra vez olvidarlas enseguida.

En cualquier caso, suelen ser pensamientos que, en caso de manifestarlos abiertamente, me harían acreedor inmediatamente a risas burlonas, miradas de sorpresa (ante tamaña estupidez...), absoluta incompresión, incredulidad o hasta el más vergonzoso repudio...

Juegos de palabras, coincidencias, anagramas, paradojas, tautologías, ironías y hasta algunos dilemas son las cosas que pueden esperar ver en este compendio de ideas sin otro denominador común más que el haberse instalado, a veces fugazmente, en mi cabeza.

Si te interesó leelo. O no. Hacé lo que vos quieras... si podés...